Cuatro hábitos de higiene que podrían salvar tu vida (personal)
Artículo revisado por el Comité
Seguro que crees que eres altamente pulcro, aseado e higiénico, pero hay algunos datos del siguiente artículo que podrían sorprenderte…
Sí, muy bonito reservar parte de tu día domingo para fregar el piso del baño y la cocina. Una carita feliz a los refinados productos que usas para lavar la ropa interior. Un 7 por tus trucos que evitan que las esponjas de la cocina se conviertan en verdaderos vertederos en miniatura.
Pero, ¿qué pasa con la higiene personal? Aunque creas que nadie en tu oficina percibe ese leve olorcillo a pie cuando usas sandalias en pleno verano, ¡piénsalo dos veces! Tampoco está pasando inadvertida esa fea costumbre de no cepillarte los dientes al terminar la hora de almuerzo.
Ahora sí estás preocupado, ¿no? Mejor es que te ocupes. Para eso en GuiaLimpieza.cl preparamos algunos consejos para corregir (al menos) cuatro hábitos de higiene que podrían salvar tu vida (personal):
Lávate las manos
Parece básico, pero hay cientos de personas que no lo hacen. Si no, pregúntale a Poppy, el amigo cocinero de Jerry Seinfeld:
Si quieres una explicación igualmente gráfica, pero más científica, puedes revisar este artículo de la BBC en que muestran las bacterias presentes en una mano sin lavar.
Cuida tu (mal) aliento
No hay nada que ahuyente más a una pareja, amigo o incluso oportunidad laboral que un mal aliento, lo cual –irónicamente— suele dejar un muy mal sabor de boca tanto en el dueño de la halitosis como en el receptor.
Estafilococos, pseudomonas, bacterias coliformes, gérmenes fecales y levadura pueden tener como hábitat tu cepillo de dientes. Y tú preocupado por la pasta de dientes con más o menos flúor del supermercado…
Según señala María Geisinger, profesora de periodoncia de la Universidad de Alabama:
"Las bacterias entéricas, que en su mayoría ocurren en los intestinos, pueden pasar a los cepillos y terminar en la boca".
Algunos derechos reservados. Autor en Flickr: cassetteject.
¿Qué hacer entonces? Una de las claves es lavarse siempre las manos luego de usar el WC y antes de utilizar el cepillo. Ya lo mencionamos más arriba, pero en este caso tiene además que ver con la transferencia de partículas poco agradables que puede generar tu mano desde el papel higiénico y tus zonas íntimas hasta tomar tu cepillo.
En cuanto a la limpieza de la cavidad bucal, a continuación van un par de recomendaciones para atacar ese estigma llamado halitosis:
- Cepillo eléctrico. Los expertos recomiendan su uso ya que llega a lugares de la boca que un cepillo normal no alcanza. Además, conviene elegir los que cuentan con un contador de minutos, ya que así puedes pasar los recomendados 2 minutos y medio en los menesteres de limpieza, y no menos por estar apurado.
- Hilo dental. El orden de los factores no afecta el producto: puedes usar primero el hilo dental y luego cepillarte los dientes o viceversa. Lo importante es que uses este accesorio muy útil para llegar a esos recovecos entre muelas y espacios pequeños donde se puede estar acumulando comida o sarro. Los arcos dentales también resultan muy útiles para la higiene interdental.
- Más atención en la lengua. En esa parte de tu boca se concentran la mayoría de los microbios y es necesario hacer una limpieza constante. Existen limpiadores de lengua que puedes conseguir en farmacias o tiendas especializadas, pero también está la opción de los cepillos que cuentan con una zona posterior rugosa, la cual se utiliza para repasar la lengua de lado a lado.
La ducha es tu amiga: úsala
¡Pero ojo! Con moderación. Una persona (anónima) de nuestra sala de redacción alguna vez nos contó que en la infancia su madre era muy rigurosa con las duchas (de ella y sus hijos), pero a ratos aparecía la voz de una tía que, entre bromas y seriedad, le recomendaba que no bañara a los niños todos los días "porque se les gasta la piel".
Muy científico no suena, pero sí algo de razón tenía esa señora. De acuerdo a Josh Clark, colaborador del sitio How Stuff Works:
"Ducharse de forma regular está recomendado para una buena higiene personal. Ducharse demasiado, sin embargo, puede tener un efecto potencialmente dañino para tu piel".
¿Por qué? Porque un excesivo contacto con agua, esponjas y productos de limpieza pueden eliminar la leve capa de grasa y células muertas que necesitamos para proteger nuestra piel. Aunque suene extraño, algo de eso necesitamos de modo superficial. Es todo un asunto de equilibrio.
Algunos profesionales recomiendan ducharse día por medio. Existen otras agrupaciones que incluso llegan a hablar de dos veces por semana. Lo dejamos a tu criterio: lo importante es que no te conviertas en la peste de ningún lugar.
Dale un respiro (y una limpieza) a tus pies
Los pies son una parte del cuerpo que sinceramente lo pasa mal. Tienen una fricción constante, suelen estar atrapados en un calzado que muchas veces no los deja respirar, en la mayoría de los casos no reciben caricias ni alivio alguno e incluso pueden sufrir infecciones de diversa índole sin que su dueño o dueña se dé cuenta.
¿Qué podemos hacer por ellos?
- Chequeo diario. Tal como revisas tu rostro cada mañana y te fijas si ha emergido algún granito o roncha rara, los pies merecen esa atención cotidiana. Revisa posibles cortes, áreas irritadas, inflamaciones o uñas infectadas.
- Lavado real. Utiliza agua tibia (nunca caliente) y lava cuidadosamente tus pies, sin usar jabón porque podría generar demasiada resequedad. Seca cuidadosamente, repasando cada hendidura entre los dedos, y luego utiliza un talco apropiado para prevenir posibles infecciones.
- Caricias de suavidad. En la actualidad puedes encontrar múltiples accesorios para mantener tus pies sin callos o durezas extrañas. Lo importante es que se trate de artefactos que ayuden a eliminar esos indeseados detallitos en los pies, pero sin generar otros problemas como irritaciones, infecciones o dolores adicionales.
- Calzado adecuado. Nada de lo anterior tiene mucho sentido si lo que recubre tus pies gran parte del día –tu calzado—no es adecuado. Lo ideal es utilizar calcetines sin costuras que se ajusten bien (no demasiado) a tu pie; lo mismo con tus zapatos: invierte en un par que sea cómodo y que al mismo tiempo dé un respiro (literal) a la piel de tus pies.
¿Te sientes más limpio o más sucio ahora que leíste nuestros consejos? Lo que importa es mantenerte aseado y lograr que tus espacios de hogar, oficina, vehículo o zona industrial donde pasas gran parte del tiempo también tengan una limpieza adecuada. Para eso te recomendamos consultar a algunos de los expertos que son parte de nuestro portal.